Ajinomoto, pero sí Nascar
Ajinomoto, pero sí Nascar
Estoy, así, super tensa, super adolorida del esternocleidmastodeideo después de esta sacrosanta reunión con los empresarios japoneses del
Ajinomoto, y además tengo que llamar a estas horas a la cucarachita del Banco de Crédito (es mi sectorista) para que me solucione lo de la Visa sobregirada, y encima, seguro que ni contesta porque se fue a bailar reggaetón con sus amigas de IDAT. Ay, Gachi, Gachi, imagínate que durante cinco horas en la punta de una torre de vidrio sanisidrina, un tal Norio Yamaguchi, el
presidente de Ajinomoto (tranquila, el tío parece más bien sabio de gobelino montañoso y no es ningún
yuppie buenaso) me pasó full snapshots de sus hijas en su PDA para mostrarme cómo se cachuelean sus
hijas allá en la lejana Tokyo ( se soteó toda la reunión con tanto gráfico y entre jugar solitario y mostrarme sus miserias, qué crees) Activité mi bluetooth con un gesto super natural, me pasé la mano por el cerquillo y le dije, ok, mánda nomás a tus criters : Mikumi Yamaguchi
y Kameko Yamaguchi. Me contaba el sabio de gobelino que un día, sus crías conocieron a Sumomo
Yoko, piloto y manager del Nascar nipón en un evento de esta índole. Sumomo Yoko (al que le miden el aceite todos los pilotos después del champagne) es un diseñador maravilloso y una persona super dadivosa. Les cortó, así, en un par de tijerasos tipo Edward Scissorhands, unas telas sintéticas del toldo de los Ruiz de Somomurcio, los arequipeños estos que son propietarios de Aceros Arequipa, para vestirlas en un dor por tres y convertirlas en impulsadora de aceite para Nascar. Pero no calculas, así, no calculas, lo que sigue : Serenella Ruiz de Somomurcio, que ya me
había reconocido detrás de mis lentes DiorVather, se quedó en medio de las tribunas con su marido panzón, los dos expuestos a una luz solar que ni en sus latifundios más recónditos habían sentido. No por nada le dicen el país del sol naciente, te
juro, entró así, un rayo super perpendicular, y desde mi palco, ví, pero esta si es verdadera ah, CÓMO saltó el
punto cruz que Yuri Hanoko, el Otto Cedrón nipón, le había hecho a la Serenella para que el
chicharrón de su cuello sextogenario no se le corra. Las madres taparons los ojos a los pequeños y como una bruja desenmascarada, Serenella tuvo que envíar públicamente un correo a su asesora de imágen en Arequipa para que al menos la cosa se sepa de su propia boca. Le agarré una cierta simpatía a la
Mikumi y a la Kameko que por cosas de la vida, hicieron justicia divina, porque acuérdate Gachi, bien clarito, la
Serenella el año pasado le hechó bocado a mi Chachani antes del
show con obstáculos que estaba previsto en Máncora para la boda de Morgana Vargas Llosa ¿ Haz visto el calamar surrealista que la Mikumi (on your left) tiene puesto sobre la cabeza? Ese pelo seguro que hay nutrirlo, pero no con reacondicionador sino como a una planta carnivora. Es decir, no te basta, o sea hay gente con concha me entiendes, con
tener la cabeza en forma de hortaliza pero encima, o sea, te aplicas un litro tinte textil a base de cochinilla sintética para que tu cabeza se vuelva un personaje aparte que la gente venga a observar encima de tus hombros.La Kameko tiene el peinado de las Wong cuando bajan Conquistadores en
dúo Hilton, super lasia, aretitos celestes. Ya. Lo que realmente hizo que me atorase con la aceituna
del Martini fue la manito, mira la manito de la Kameko (on your right) que parece una garrita
de canario endógamo. Si para que la chibola no termine así, Gachi, bastaba con sometererla a los
ejercicios intensivos de arroz que nos hacía hacer la Nona : metías la mano en un costal
de la chacra, amazabas la menestra durante una hora y luego hacías tu página de
caligrafía con tus cookies y tu leche fría, y listo, un par de manos divinas para agarrar cetros y fumar con estilo. La estética que nos proponen estos dos caramelitos de arroz, se sitúa entre la aeromoza de Cruz del Sur y el mítico programa infantil peruano de los años 80. A la Kameko le mandé un sobrecito con el fono de Otto para que le limen
esa mandíbula de Pepe Cortisona con todo esto de las polidoras suecas que se ha
traído. Esta dos chiquitas ciertamente tienen mucho que aprender, lesson number one : no haber nacido.
Be safe,
Mocha